domingo, 15 de febrero de 2015

Salmo 119:113-120 SÁMEC Sepárate de los impíos

Continuamos con este recorrido por el salmo 119, hoy llegamos a la estrofa número quince SAMEC

Te animo a escuchar los versículos que forman esta estrofa y un brevísimo consejo.



El salmista comienza con una declaración muy fuerte pero que debe ser la actitud del creyente hacia la hipocresía, aborrecerla.

La hipocresía es la actitud de aquel que es de doble ánimo, inconstantes. Nos describe al que en un momento está a favor de Dios y al rato ya no. Ante ellos, el salmista lo tiene claro, los detesta.


Y hace un contraste muy significativo, el ama la Palabra de Dios. J. Adams dijo: "lo que usted ama determina lo que aborrece; y lo que usted ama define el enfoque de su vida". Y estaba claro cuál es el enfoque de su vida: la Palabra.

El salmista va a contarnos en esta estrofa que es Dios para él. Nos comparte que Dios es su escondedero, donde se refugiaba en sus muchos momentos de dificultad, cuando se sentía en peligro. También es su escudo, quien le defiende cuando le atacan.

No sé dónde acudes cuando te sientes en peligro, ni tampoco que usas para defenderte cuándo estás siendo atacado. Podemos buscar muchos lugares, personas o formas pero solo en Dios es la correcta. Él es nuestra torre fuerte a dónde acudir para ser levantados. Yo he tenido que aprender mucho a no querer defenderme yo. Cuando lo he hecho, he visto que al final el fallo ha quedado como mío. Pero cuando descanso en que Él es mi escudo, encuentro paz. Dios conoce lo mejor para mí, me ama y me hará siempre justicia. Lo sé porque lo he aprendido en su Palabra, así que en ella he esperado, espero y esperaré.

El salmista también ha aprendido algo muy importante. No tenía por supuesto el Nuevo Testamento, pero sí tenía una relación muy cercana con el mismo Dios que lo inspiró. Veamos unos versículos:

  • 1 Corintios 15:33 nos enseña que las malas compañías corrompen las buenas costumbres.
  • Gálatas 5:9 nos dice que un poco de levadura leuda toda la masa.
Seamos sabios y digamos a los malignos como el salmista: apartaos de mí. ¿Cómo caminar unido a aquellos que tienen una dirección distinta a la tuya?. El camino de los malignos siempre será el mal mientras que el salmista busca la dirección de Dios. Ha tomado una decisión importante en su vida y es obedecer a los mandamientos de Dios. Sabe que si no aparta de él a los malignos, ellos terminarían apartándole a él de lo que él realmente quería, que era Dios y su Palabra.

Continúa el salmista con unas peticiones al Señor que siguen revelándonos quién es Dios para él.

Le pide que le sustente, es decir, que le dé alimento, fuerzas, energía. Además nos dice que este sustento y vida que clama, hará que no sea avergonzado de su esperanza. Nuestra esperanza es Él y lo que ha dicho. También ruega que le sostenga para así ser salvo. Y concluye la petición con un compromiso: regocijarse en la Palabra.

Él es el sustentador de cada área de nuestra vida, así que acércate a Él y pídele que lo haga en ti.

También quiere sostener tu vida a salvo para que no te caigas, quiere que te mantengas firme.

Aprende que la más clara evidencia de alguien sustentado, vivo, sostenido y salvo es que se regocija, se alegra en los mandamientos de Dios ya que es lo que más ama y a quien espera.

El salmista en los dos próximos versículos nos va a contar cual es la relación de Dios con los desobedientes, los impíos.

Aquí nos dice, que Dios los holló, es decir, los ha despreciado, pisado. Para Dios es muy importante el que le obedezcamos o no. Hay algunas personas que creen que usando astucia van a vencer, que Dios no se dará cuenta. Qué ilusos. Al final, la astucia se verá con claridad que es falsedad.

También nos dice que tratará como basura que quema a todos los que hacen mal en la tierra,

No cometamos el error de creer que si actuamos mal pero con astucia, podemos terminar engañando a Dios. Quizás a la gente de nuestro alrededor sí, pero no a Dios.

Tampoco nos confunda el hecho de ver que mucha impiedad hoy día no está castigada. El Señor hará justicia y al final la basura, es basura que será quemada. Es una expresión dura, pero es así.

El salmista sabe esto, lo ha visto y ha recibido revelación de Dios y nos dice: yo he amado tu Palabra. El salmista no dice que ama porque ha visto y conocido esto, sino que hace un contraste entre él y los impíos. Él sí ama a Dios y lo demuestra en su amor por la Palabra.

El salmista comenzó enfáticamente apartando de él a los hipócritas, alejando de él a malignos. No tiene ningún temor a hacerlo, a decírselo. Pero el salmista, nos comparte que sí hay algo que le ha dado temor, miedo. El salmista ha sentido temor al ver el final de los impíos, temor de los juicios de Dios y es que como dijo M Henry, "Los hombres buenos necesitan refrenarse del pecado mediante los terrores del Señor; especialmente cuando el juicio comienza con la casa de Dios y son descubiertos los hipócritas y desechados como escoria".

Que Dios os bendiga.

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Bibliografía:

Santa Biblia - Versión Reina Valera 1960
Comentario Bíblico Mattew Henry
Comentario Mundo Hispano - Salmos
El Tesoro de David - C.H. Spurgeon

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