martes, 17 de abril de 2018

¿Por qué voy a desanimarme? Salmo 42

Hoy en día, tristemente hay más y más casos de depresión. Podríamos creer que es algo nuevo, y que un creyente no debe experimentar esos sentimientos, pero no creo que sea así, sino que nuestro desconocimiento de muchas cosas y muchas veces la falta de sabiduría, lleva algunas veces a decir determinadas palabras a estas personas haciéndoles sentir condenación, como si ya no tuvieran bastante.

Creo que todos conocemos el versículo de Romanos 8:1 que dice “Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,”. Si no lo conocemos deberíamos memorizarlo y así cuando vienen palabras y sentimientos de condenación, poder rechazarlos con la Palabra de Dios.

Vamos hoy a meditar en un salmo de los hijos de Coré, cortó pero poderoso. En él, veremos al salmista compartiendo con Dios y con nosotros sus sentimientos. 

Leamos:


Como ciervo sediento en busca de un río, así, Dios mío, te busco a ti.
Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo volveré a presentarme ante Dios?
Día y noche, mis lágrimas son mi alimento, mientras a todas horas me preguntan: ¿Dónde está tu Dios? 
Cuando pienso en estas cosas, doy rienda suelta a mi dolor. Recuerdo cuando yo iba con la gente, conduciéndola al templo de Dios entre gritos de alegría y gratitud. ¡Qué gran fiesta entonces! 
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador! 
Me siento muy desanimado. Por eso pienso tanto en ti desde la región del río Jordán, desde los montes Hermón y Misar. 
Se escucha en los precipicios el eco atronador de tus cascadas; los torrentes de agua que tú mandas han pasado sobre mí. 
De día el Señor me envía su amor, y de noche no cesa mi canto ni mi oración al Dios de mi vida. 
Le digo a Dios, mi defensor: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar triste y oprimido por mis enemigos?
Hasta los huesos me duelen por las ofensas de mis enemigos, que a todas horas me preguntan: «¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía seguiré alabando. ¡Él es mi Dios y Salvador! Salmos 42:1-11 DHHS94

El salmo comienza comparando a un ciervo sediento como la sed tremenda que el salmista tenía de Dios. Así como el ciervo no parará hasta encontrar agua, el salmista no pararía hasta encontrar la presencia de Dios y restaurar su relación con Él. En el vacío, la angustia, la depresión, la desesperanza que alguna vez viene a la vida del creyente para poder salir victorioso de ella, tenemos que acudir a Dios como el único y verdadero que puede cambiar nuestra situación. El creyente sabe que la verdadera sanidad está en Dios y es Él quién puede cambiar la situación de forma radical y poderosa. Pero necesitamos tener claro esto, en Dios tenemos la salida y Dios quiere darnos la salida. Muchas veces la buscamos en muchos lugares y debemos querer buscarla en Él. 

El salmista describe su situación como la del sediento, de no tener para beber y un deseo de buscar saciar esa sed. Pero no es agua lo que necesita sino comunión con el Altísimo. ¿Sientes esa sed profunda por Dios? ¿Qué estarías dispuesto a hacer para saciar tu sed? Porque el ciervo no parará hasta conseguir agua. ¿Buscas así a Dios? Cuánto más desanimado estés, más debes buscar a Dios. Muchas veces vemos lo contrario, el desánimo tiende a llevar a la gente a alejarse, enroscarse en sí mismo. Pero este es un primer principio que hoy tenemos que aprender. Para vencer el desánimo, busca a Dios inmediatamente.

El salmista dice, tengo sed del Dios de la vida. En la depresión ves todo negro, sin salida, sin vida. El creyente sabe que la vida está en Dios, así que habla a tu alma y dile ¿cuándo volverás a buscar la presencia de Dios? ¿hasta cuándo alma mía vas a estar cabizbaja y derrotada sabiendo como sabes dónde encontrar la vida?.

El salmista reconoce su situación, en el versículo 2 va a resaltar dos hechos que le están ocurriendo. Primero su dolor. Nos dice que día y noche llora, ese es su alimento. Sus lágrimas expresan una realidad que estaba sintiendo, su dolor. Una de las cosas que vemos en las personas deprimidas es su llanto y con ellas están expresando sus emociones, tristeza, no le ven salida a su situación. Segundo, para colmo, la gente incrédula que se burla ¿dónde está tu Dios le preguntan? Si has sido un vocero de Dios y viene a tu vida un bache así, la gente encima te preguntará ¿cómo es que Dios lo está permitiendo? Son voces de la calle y son voces del enemigo que quieren no solo hundirte más, sino que dudes del amor de Dios para contigo.

El salmista piensa en su dolor y en cómo le parece a la gente que Dios no está con él. Esto le duele y le lleva a recordar momentos en los que vivía animando y llevando a la gente a la casa de Dios con alegría y gratitud. Qué gran diferencia, entonces sentía que iba a una gran fiesta, ahora se siente en dolor. Dice en estos breves versículos que llora, tiene dolor, siente desánimo, preocupación, opresión. Claramente no lo está pasando bien. 

Reconoce en el versículo 6 que está muy desanimado  y la descripción de las cascadas y torrentes de agua lleva a hacernos una idea de lo mal que lo está pasando, nos dice “los torrentes de agua que tú mandas han pasado sobre él”. Estos días hay grandes riadas en mi país porque un río va con las crecidas por las lluvias, animales en peligro, pueblos con acceso cerrado porque el agua va a uno 80 cms por encima de la carretera. Tierras totalmente anegadas, la gente sufriendo. El salmista sentía esas aguas bravas que había pasado por encima de él.

Además le habla a Dios y le confiesa algo terrible, siente que Dios le ha olvidado y anda triste y oprimido por sus enemigos, de tal manera es su dolor y opresión, que hasta los huesos le duelen. 

En medio de tanto sufrimiento confiesa una gran verdad, Dios me envía su amor por las mañanas.  No puede negar esa gran verdad, Dios cada mañana es misericordioso para con sus hijos. En medio de su dolor lo sentía y lo confesaba en fe. Creo importante confesar y apropiarnos de la Palabra de Dios. Hoy publicaba una imagen del Salmo 119:50 que dice «Éste es mi consuelo en la tristeza: que con tus promesas me das vida.» es una gran realidad que las promesas de Dios nos dan vida. Debemos recordarlas y hablarlas a nuestra vida. 

Además el salmista nos dice que él oraba y cantaba en la noche al Dios de su vida. La oración y el canto formaba parte de su vida, no solo eran para los buenos momentos, sino que incluso mejor y más intenso en estos de dificultad.

Hay situaciones por las que no quisiéramos pasar, cosas que no entendemos y nos podemos preguntar ¿por qué Dios lo ha permitido, lo está permitiendo? Esto sólo nos hunde más. Otra forma de enfrentar el problema es confiar en Dios, en sus promesas. Decirle a la gente que Dios está contigo. En Isaías 43:2 hay una tremenda promesa que dice «Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti.» Es importante que entendamos que no dice, no pasarás por el agua, ni por el fuego. ¿qué dice? Cuando pases, yo estaré contigo. Aprende esto bien. Dios permitirá diferentes situaciones adversas en tu vida, lo que no va a permitir es que lo pases solo, así que ante estas preguntas podemos confesar, Dios está conmigo. Habla a tu vida, a tu espíritu, incluso regáñale y dile ¿Por qué voy a desanimarme, por qué voy a estar preocupado si Dios es mi esperanza? Sigue alabándole en fe porque es tu Dios y Salvador.


Así que si te encuentras como el salmista, con llanto, dolor, desánimo y criticado por la gente por tu situación, aprende de Él, búscale con intensidad, háblale a tu alma, recuérdale promesas de las Escrituras, palabras que Dios te ha hablado a tu vida de manera personal, recuerda que Dios es un Dios de esperanza, de vida, de salvación, Él está contigo y nunca, nunca te dejará.

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