Algunos que me habéis oídos en otras ocasiones sabéis que tengo una nieta de dos años qué es mi gran amor. Puedo estar lo más baja pero cuándo ella llega y la escucho llamarme “mamá, mamá”, me siento la mujer más feliz del mundo. Me saca una enorme sonrisa.
¿Soy yo así para mi Señor? ¿Dios encuentra agrado en mí vida y mis acciones?
Algunos podrían pensar que soy presuntuosa con este pensamiento, que mi vida pueda dar gozo a Dios, pero es que la Escritura nos enseña de personajes que encontraron el agrado de Dios y es más, Dios quiere que este pensamiento se arraigue mucho en nosotros y vivamos para agradar a aquel que demostró que le éramos tan valiosos e importantes que dio su vida por nosotros.