Hoy nos encontramos con un proverbio importante que deberíamos como pueblo de Dios vivirlo cada uno.
Por un lado nos dice que las personas sensatas no pierden los estribos, detienen su furor o son lentos para la ira. La ira es un gran problema porque te mete en mayores problemas de los que tenías hasta ese momento y tristemente te hace perder el testimonio. Ya os he contado como al llegar al Señor tuve que pelear duramente contra esta característica negativa que estaba en mí. Doy gracias a Dios por transformarme y liberarme de ello.
Lo otro que dice es que se ganan el respeto, o la honra pasar por alto disimulando la ofensa. Esto es un punto más alto que el anterior, no es no contestar, no es callarte, sino dejar pasar, soltar la ofensa y al ofensor y esto también debe ser algo que cultivemos en nuestra vida.
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