Si os digo la verdad, siempre leo el versículo en varias versiones para captar mejor el sentido y en este caso, no sé con cual me quedaría. Por un lado con lo que respecta al joven lo reconozco 100 %, cuando era adolescente tenía fortaleza para aguantar noches de salida e ir a trabajar sin dormir (no era creyente), casi todos los días caminaba seis kilometros para ir a la playa y luego de todo el tiempo pasándolo allí saltando, nadando, jugando, volvía nuevamente a pie. Una gran característica era la fuerza. Cuando conocí al Señor, salía de trabajar, recogía durante varios viajes a gente para llevarla a casa, algunos días me tocaba a mi compartir, ofrecía la merienda, los llevaba de vuelta y no me cansaba. Fuerza. Esa es la palabra. Aunque no estoy en la vejez, ya me aproximo más y más a ella y mi cabello si no lo pintara sería totalmente blanco como dicen algunas versiones, en otras dice la vejez, la realidad de que han vivido una vida. No sé como ha sido la tuya hasta ahora. Este verso me llevó a pensar en la juventud, pero hoy es un buen día para un buen cambio y tener una vejez que glorifique al Rey. Siempre he querido ser una de esa viejitas que no le tienen miedo a nada y llevan Biblias a sitios prohibidos, se tiran con paracaídas con ellas. La vejez con Cristo tiene un sentido y una visión muy amplia. Mi salud, el cuidar a mi madre y la situación mundial no da ahora para ir a orar al norte de África por los musulmanes, pero lo he hecho muchas veces y lo volveré a hacer porque sé los propósitos que Dios tiene para mí.
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