"Tú, Dios mío, eres mi pastor; contigo nada me falta."
Que tremendo versículo, dice quién soy, a quien pertenezco y cual es la consecuencia de ello.
Primeramente decir que pertenezco a Dios, él es mi pastor. Esto implica que soy su oveja y la consecuencia de ello es "con él nada me falta".
Hace unos años visitaba la granja de una amiga en Irlanda. Su padre, Robert McAuley era pastor de una iglesia y además era dueño de una granja en la que entre otros trabajos estaba el de pastorear unas ovejas. Cuando iba me gustaba mirar por la ventana del dormitorio para ver las ovejas y aprender tanto de ellas para mí, como de Robert como pastor. Me impresionaba ver que día tras día, ellas solo se movían un poco y comían. Siempre, comían y descansaban. Recuerdo una, un poco traviesa, que se salía del cercado y al momento se asustaba, pero allí estaba el pastor para llevarla nuevamente al redil. Él se preocupaba de su salud, comida, que nada les acechara, que nada les asustara... Ellas estaban relajadas, nada les faltaba.