129 Maravillosos son tus
testimonios: por tanto los ha guardado mi alma.
130 El principio de tus
palabras alumbra; hace entender á los simples.
131 Mi boca abrí y suspiré; porque deseaba tus mandamientos.
132 Mírame, y ten
misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre.
133 Ordena mis pasos con tu
palabra; y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
134 Redímeme de la violencia
de los hombres; y guardaré tus mandamientos.
135 Haz que tu rostro
resplandezca sobre tu siervo; y enséñame tus estatutos.