viernes, 16 de febrero de 2018

Juan 3:16-17, 36


«»Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.

Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.»
Juan 3:16-17, 36 NTV
Mi amado Señor, agradecerte un día más tu gran amor. Dejaste tu gloria para venir y morir y así poder darnos una nueva oportunidad. Gracias amado Señor sin ti no sabría qué es la verdadera vida porque quien no te ha conocido no ha recibido la verdadera vida. Ahora bien, dejas claro que buscas obediencia. Señor quiero obedecerte siempre, quiero poder hacer cada día tu voluntad sin titubear. Líbrame de toda desobediencia. Quiero ser una sierva e hija obediente, no por obligación sino por amor. Que mi amor se demuestre en mi obediencia.

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Te doy gracias Dios porque me has dado vida eterna



Gracias mi amado Dios y Señor por traer a mi vida una nueva y verdadera vida que nada ni nadie me la puede quitar, porque en ti es eterna. Gracias por cada día viniendo a vivificar este cuerpo, este alma y este espíritu que sin ti no es nada. Cuando te conocí, tenía todo lo que necesitaba pero me encontraba vacía, insatisfecha, solo en ti he encontrado la verdadera vida. No podría, ni sabría, ni querría vivir sin ti. Gracias por todo lo que tengo en ti. 

Levítico 1:2


Club de lectura - Evangelio de Juan capítulo 3


Jesús y Nicodemo

1 Y había un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los Judíos.

2 Este vino á Jesús de noche, y díjole: Rabbí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no fuere Dios con él.
3 Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios.