Sí amado Padre, te doy gracias porque un día revelaste a mi vida, a mi corazón, a mi mente a tu amado Hijo Jesucristo. Me mostraste como era tu Hijo, como era Dios, como por amor se entregó a morir en la cruz por mí. Me revelaste que en Él tenía perdón de pecados, reconciliación contigo, vida eterna. Me revelaste que eres de ese día era hija tuya por adopción, que el Espíritu Santo venía a vivir en mí. Que formaba parte de tu iglesia, de tu cuerpo, de la amada por la que un día Jesucristo volvería. Que mientras me encomendabas la tarea de enseñar a otros, lo que Tú me enseñabas, poco a poco, día a día.
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