5 Y VI en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?
3 Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.
4 Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dice: No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos.
6 Y miré; y he aquí en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos, estaba un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados en toda la tierra.
7 Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos:
9 Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era millones de millones,
12 Que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.
13 Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás.
14 Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron al que vive para siempre jamás.
Reina-Valera Antigua (RVA)
Juan había sido invitado a subir para conocer lo que acntecería y en este capítulo se encuentranque en la mano de Dios hay un libro sellado. Si no se abría no podría conocer esos propósito. Pero cuando Juan llora un anciano le revela que el Cordero podía abrir esos sellos. El Cordero inmolado y victorioso tenía el poder para hacerlo.
ResponderEliminarMuchas veces nos pasa como a Juan, Dios nos habla de revelar algo, de mostrarnos algo y ante la primera imposibilidad nos venimos abajo. Pasamos de una revelación de su gloria tremenda y adoración a detenernos en nuestras limitaciones. Para Jesús no hay limitaciones, lo que Él ha decretado se hará, lo que quiere revelarte, lo hará.
El versículo 8 dice algo tremendo, los ancianos se han postrado con arpas y con copas de oro llenas de incienso. ¿Sabes cúal es ese incienso? Las oraciones de los santos.¡qué tremendo! Tu oración a Dios es guardada por Él en copas de oro. No son frases elevadas a cualquier lugar, son importantes para Dios. Señor, ayúdame cada día a entender que mi conversación contigo es importante.
ResponderEliminarEn el capítulo 4 habíamos leído de la adoración al que está en el trono. Hoy dice que en medio del trono está el Cordero, Cristo y Juan mira y oye a millones de millones adorandole. Jesucristo es digno de toda la plenitud de la alabanza versículos 11 al 14.
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